quinta-feira, 27 de fevereiro de 2014

Mundos inferiores y mundos superiores

8. La clasificación de mundos inferiores y mundos superiores es más bien relativa que absoluta, porque un mundo es inferior o superior con relación a los que están encima o debajo de él en la escala progresiva.

Tomando la tierra como un punto de comparación, podemos formarnos una idea del estado de un mundo inferior, suponiendo al hombre en el grado de las razas salvajes o de las naciones bárbaras que aun se encuentran en su superficie, y que son restos de su estado primitivo. En los mundos más atrasados los seres que los habitan son de algún modo rudimentarios; tienen la forma humana, pero sin ninguna hermosura; los instintos no están templados por ningún sentimiento de delicadeza ni de benevolencia, ni por las nociones de lo justo y de lo injusto, la única ley es allí la fuerza brutal. Sin industria y sin invenciones, los habitantes emplean su vida en conquistar su alimentación. Sin embargo, Dios no abandona ninguna de sus criaturas: en el fondo de las tinieblas de la inteligencia yace latente la vaga intuición de un Ser supremo, más o menos desarrollada. Este instinto basta para hacer que unos sean superiores a otros, preparando su aparición a un~ vida más completa, porque éstos no son seres degradados, sino niños que crecen. 

Entre estos grados inferiores y los más elevados, hay innumerables escalones, y entre los espíritus puros desmaterializados y resplandecientes de gloria con dificultad se reconocen aquellos que animaron esos seres primitivos, de la misma manera que en el hombre adulto es difícil reconocer el embrión.

9. En los mundos llegados ya al grado superior, las condiciones de la vida moral y material son muy diferentes, lo mismo que en la tierra. La forma del cuerpo es siempre, como en todas partes, la forma humana pero embellecida, perfeccionada, y sobre todo, purificada. El cuerpo allí nada tiene de la materialidad terrestre, y por consiguiente no está sujeto, ni a las necesidades ni a las enfermedades, ni a los deterioros que engendra el predominio de la materia; los sentidos más exquisitos tienen percepciones que en la tierra embotan lo grosero de los órganos; la ligereza específica de los cuerpos hace la locomoción rápida y fácil: en vez de arrastrarse penosamente por el suelo, se deslizan, digámoslo así, por la superficie, o se suspenden en la atmósfera sin otro esfuerzo que el de la voluntad, así es como se pintan los ángeles y como los antiguos representaban los manes en los Campos Elíseos. Los hombres conservan a su gusto las facciones de sus existencias pasadas, y aparecen a sus amigos tales como les conocieron; pero iluminados por una luz divina y transformados por las impresiones interiores, que son siempre elevadas. En vez de rostros deslucidos, demacrados por los sufrimientos y las pasiones, la inteligencia y la vida irradian con ese esplendor que los pintores han traducido por diadema o aureola de los santos. 

La poca resistencia que ofrece la materia a los espíritus ya muy avanzados, hace que el desarrollo de los cuerpos sea rápido y la infancia corta o casi nula; la vida exenta de cuidados y de congojas, es proporcionalmente mucho más larga que en la tierra. En principio la longevidad está proporcionada al grado de adelantos de los mundos. La muerte no tiene ninguno de los horrores de la descomposición: lejos de ser un motivo de espanto, es considerada como una transformación feliz, porque allí no existe la duda sobre el porvenir. Durante la vida, no estando el alma encerrada en una materia compacta, irradia y goza de una lucidez que la pone en un estado casi permanente de emancipación, y permite la libre transmisión del pensamiento.

10. En esos mundos felices, las relaciones de pueblo a pueblo, siempre amistosas, nunca se turban por la ambición de esclavizar a su vecino, ni por la guerra, consecuencia de aquélla. Allí no hay ni amos, ni esclavos, ni privilegiados por nacimiento; la superioridad moral e inteligente es la única que establece la diferencia de condición y da la supremacía. La autoridad es siempre respetada, porque sólo se da al mérito y porque siempre se ejerce con justicia. El hombre no procura elevarse sobre el hombre, sino sobre sí mismo, perfeccionándose; y este deseo incesante no es un tormento, sino una noble ambición que le hace estudiar con ardor para llegar a igualarles. Todos los sentimientos tiernos y elevados de la naturaleza humana se encuentran allí aumentados y purificados; los enconos, los celos mezquinos y las bajas codicias de la envidia son desconocidas; un lazo de amor y fraternidad reune a todos los hombres, y los más fuertes ayudan a los más débiles. Poseen más o menos según lo que han adquirido por su inteligencia, pero nadie sufre por falta de lo necesario, porque nadie está allí por expiación; en una palabra, el mal no existe.

11. En vuestro mundo tenéis necesidad del mal para sentir el bien, de la noche para admirar la luz, de la enfermedad para apreciar la salud; allí no son necesarios esos contrastes; la eterna luz, la eterna hermosura, la eterna calma procuran una eterna alegría el contacto de los malos que no tienen entrada. Esto que no turban ni las angustias de la vida material, ni es lo que difícilmente comprende el espíritu humano; ha sido ingenioso para pintar los tormentos del infierno, pero nunca ha podido representarse los goces del cielo; ¿y por qué?; porque siendo inferior sólo ha sufrido penas y miserias y no ha entrevisto los esplendores celestes; sólo puede hablar de lo que conoce; pero a medida que se eleva y purifica, se esclarece el horizonte y comprende el bien que está delante de si, así como ha comprendido el mal que se ha dejado detrás.

12. Sin embargo, esos mundos afortunados no son mundos privilegiados porque Dios no tiene parcialidades para ninguno de sus hijos; da a todos los mismos derechos y las mismas facilidades para llegar a ellos, a todos los hace partir de un mismo punto, y no dota a unos más que a otros; los primeros puestos son accesibles a todos; a ellos corresponde el conquistarlos por medio del trabajo; a ellos corresponde alcanzarlos lo más pronto posible, o languidecer durante siglos y siglos en lo más bajo de la humanidad. (Resumen de la enseñanza de todos los espíritus superiores.)

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo III - Hay muchas moradas en la casa de mi Padre - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

terça-feira, 25 de fevereiro de 2014

Destino de la tierra

6. Nos maravillamos de encontrar en la tierra tanta maldad y malas pasiones, tantas miserias y enfermedades de todas clases, y de esto sacamos en consecuencia que la especie humana es lina triste cosa. Este juicio proviene del punto de vista limitado en que nos colocamos y que da una fslsa idea del conjunto. Es menester considerar que en la tierra no se ve toda la humanidad, sino una pequeña fracción de ella. En efecto, la especie humana comprende todos los seres dotados de razón que pueblan los innumerables mundos del universo; así, pues, ¿ qué es la población de la tierra con respecto a la población total de estos mundos? Muchu menos que una aldea al lado de un grande imperio. La situación material y moral de la humanidad terrestre nada tiene de extraordinario si nos hacemos cargo del destino de la tierra y de la naturaleza de los que la habitan.

7. Nos formaríamos una idea muy falsa de los habitantes de una gran ciudad si los juzgásemos por la población de los barrios más ínfimos y sórdidos. En un hospital, sólo se ven enfermos y lisiados; en un presidio sólo se ven todos los vicios, todas las torpezas reunidas; en las comarcas insalubles la mayor parte de los habitantes están pálidos, enfermizos y achacosos. Pues bien, figurémonos que la  tierra es un arrabal, una penitenciaría, un país malsano, porque es a la vez todo esto, y se comprenderá por qué las aflicciones sobrepujan a los goces; por qué no se llevan al hospital a los que tienen buena salud, ni a las casas de corrección a aquellos que no han hecho daño; pues ni los hospitales ni las casas de corrección son lugares de delicias.

Pues así como en una ciudad, toda su población no está en los hospitales o en las cárceles, tampoco toda la humanidad está en la tierra; de la misma manera que uno sale de un hospital cuando está curado y de la cárcel cuando ha sufrido su condena, el hombre deja la tierra por mundos más felices, cuando está curado de sus dolencias morales.

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo III - Hay muchas moradas en la casa de mi Padre - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

segunda-feira, 24 de fevereiro de 2014

Diferentes categorías de mundos habitados

3. De la enseñanza dada por los espíritus resulta que los diversos mundos están en condiciones muy diferentes los unos de los otros, en cuanto al grado de adelanto o de inferioridad de sus habitantes. Entre ellos los hay cuyos moradores son inferiores aún a los de la tierra, física o moralmente; otros están en el mismo grado y otros les son más o menos superiores en todos conceptos. En los mundos inferiores, la existencia es enteramente material, las pasiones imperan soberanamente, la vida moral es casi nula. A medida que ésta se desarrolla, la influencia de la materia disminuye, de tal modo, que en los mundos más adelantados, la vida, por decirlo así, es enteramente espiritual.

4. En los mundos intermediarios hay mezcla de bien y de mal, predominio del uno y del otro, según el grado de adelanto. Aun cuando no pueda hacerse una clasificación absoluta de los mundos, sin embargo, se hace atendido a su estado y a su destino y basándose en sus grados más marcados, dívidiéndolos de un modo general como sigue, a saber: mundos primitivos, afectos a las primeras encarnaciones del alma humana; mundos de expiación y pruebas, en donde el mal domina; mundos regeneradores, en donde las almas que aun no tienen que expiar adquieren nueva fuerza, descansando de las fatigas de la lucha; mundos felices, en donde el bien sobrepuja al mal, y mundos celestes o divinos, morada de los espíritus purificados en donde el bien reina sin mezcla alguna. La tierra pertenece a la categoría de los mundos de expiación y de pruebas, y por esto el hombre está en ella sujeto a tantas miserias.

5. Los espíritus encarnados en un mundo no están sujetos a él indefinidamente, ni cumplen tampoco en él todas las fases progresivas que deben recorrer para llegar a la perfección. Cuando han alcanzado en un mundo el grado de adelanto que él permite, pasan a otro más avanzado, y así sucesivamente hasta que han llegado al estado de espíritus puros; estas son otras tantas estaciones, en cada una de las cuales encuentran elementos de progreso proporcionados a su adelanto. Para ellos es una recompensa el pasar a un mundo de orden más elevado, así como es un castigo el prolongar su permanencia en un mundo desgraciado, o el ser relegado a un mundo más desgraciado aun que aquel que se ven obligados a dejar cuando se obstinan en el mal. 

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo III - Hay muchas moradas en la casa de mi Padre - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

sexta-feira, 21 de fevereiro de 2014

Diferentes estados del alma en la erraticidad

1. No se turbe vuestro corazón. - Creéis en Dios, creed también en mi. -"En la casa de mi padre hay muchas moradas". Si así no fuera, yo os lo hubiera dicho: Pues voy a aparejaros el lugar. - Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que en donde yo estoy estéis también vosotros. (San Juan, cap. XIV, v. 1, 2, 3).

2. La casa del Padre es el universo; las diferentes moradas son los mundos que circulan en el espacio infinito y ofrecen a los espíritus encarnados estancias apropiadas a su adelantamiento.

Independiente de la diversidad de mundos, estas palabras pueden también entenderse del estado feliz o desgraciado del espíritu en la erraticidad. Según esté más o menos purificado y desprendido de los lazos materiales, el centro en que se encuentra, el aspecto de las cosas, las sensaciones que experimenta, las percepciones que posee, varían hasta lo infinito; mientras que los unos no pueden alejarse de la esfera en que vivieron, los otros se elevan y recorren el espacio y los mundos; mientras que ciertos espíritus culpables van errantes en las tinieblas, los felices gozan de una claridad resplandeciente y del sublime espectáculo del infinito; en fin, mientras que el malo atormentado por los remordimientos, por los pesares, muchas veces solo, sin consuelo y separado de los objetos de su afecto, gime bajo el peso de los sufrimientos morales, el justo, reunido con los que ama, saborea las dulzuras de una indecible felicidad. También allí hay diferentes moradas, aun cuando no estén circunscritas ni localizadas.

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo III - Hay muchas moradas en la casa de mi Padre - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

quinta-feira, 20 de fevereiro de 2014

Un reino terrestre

¿Quién mejor que yo puede comprender la verdad de estas palabras de Nuestro Señor? Mi reino no es de este mundo. El orgullo me perdió en la tierra. ¿Quién comprendería la nada de los reinos de ese mundo si yo no lo comprendiese? ¿Qué me he traído de mi reinado terrestre? Nada, absolutamente nada; y para que la lección fuese más terrible, ni siquiera lo conservé hasta la tumba. Reina fuí  entre los hombres, reina creí entrar en el reino de los cielos; ¡engañosa ilusión! ¡Qué humillación cuando en vez de ser recibida allí como soberana, vi sobre mí, y mucho más altos, hombres a quienes creía muy pequeños y que yo despreciaba porque no eran de sangre noble! ¡Oh! ¡Entonces comprendí la esterilidad de los honores y de las grandezas que con tanta avidez se buscan en la tierra! Para prepararse un lugar en este reino, es necesario la abnegación, la humildad, la caridad en toda su celeste práctica, y la benevolencia para todos; nadie os pregunta lo qué habéis sido, qué rango habéis ocupado, sino el bien que habéis hecho, las lágrimas que habéis enjugado. ¡Ah! Jesús, tú lo has dicho, tu reino no es de la tierra porque es preciso sufrir para llegar al cielo, y las gradas del trono no aproximan a él: los senderos más penosos de la vida son los que conducen allí; buscad, pues, el camino a través de los abrojos y de las espinas y no entre flores. Los hombres corren tras los bienes terrestres como si debieran conservarlos siempre; pero aquí ya no hay ilusión, ven muy pronto que solo se asieron a una sombra y despreciaron los únicos bienes sólidos y duraderos, los únicos que les sirven en la celeste morada, los solos que pueden franquearles la entrada. Tened piedad de aquellos que no ganaron el reino de los cielos; ayudadles con vuestras oraciones, porque la oración aproxima al hombre al Todopoderoso; es el eslabón que une el cielo a la tierra; no lo olvidéis.

- Una reina de Francia (Espíritu). 
Havre, 1863.


Extraído del Capítulo II - Mi reino no es de este mundo - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

segunda-feira, 17 de fevereiro de 2014

El punto de vista

5. La idea clara y precisa que nos formamos de la vida futura, da una fe indestructible para el porvenir; y esta fe tiene inmensas consecuencias sobre la moralización de los hombres, porque cambia completamente "el punto de vista desde el cual se contempla la vida terrestre". Para el que se coloca, con el pensamiento, en la vida espiritual, que es indefinida, la vida corporal sólo es un pasaje, una estancia corta en un país ingrato. Las vicisitudes y las tribulaciones de la vida sólo son incidentes que sufre con paciencia, porque sabe que son de poca duración y deben ser seguidas de un estado más feliz; la muerte nada tiene de horrible; ya no es la puerta de la nada, sino la de la libertad que abre al desterrado la entrada de una morada de felicidad y de paz. Sabiendo que mora en un paraje temporal y no definitivo, toma los pesares de la vida con más indiferencia, y de esto le resulta una calma de espíritu que dulcifica su amargura.

Con la simple duda sobre la vida futura, el hombre dirige todos sus pensamientos a la vida terrestre; incierto del porvenir, todo lo dedica al presente; no entreviendo otros bienes más preciosos que los de la tierra, es como el niño que nada ve más allá de sus juguetes, y para procurárselos, lo hace todo; la pérdida del menor de sus bienes es una tristeza penetrante; un desengaño, una esperanza perdida, una ambición no satisfecha, una injusticia, cuya víctima es el orgullo o la vanidad herida, son otros tantos tormentos que hacen de su vida una agonía perpetua "dándose de este modo voluntariamente un verdadero y continuado tormento". Tomando su punto de vista de la vida terrestre, en cuyo centro está colocado, todo a su alrededor toma vastas proporciones; el mal que le alcanza, así como el bien que incumbe a los otros, todo adquiere a sus ojos una grande importancia. De la misma manera que aquel que está en el interior de una ciudad todo le parece grande, tanto los hombres que están elevados, como los monumentos, pero que transportándose a una montaña, todo lo encuentra pequeño, los hombres y las casas; así sucede con el que mira la vida terrestre bajo el punto de vista de la vida futura; la humanidad, así como las estrellas del firmamento, se pierden en la inmensidad; entonces se apercibe que grandes y pequeños están confundidos como las hormigas sobre un terrón de tierra; que proletarios y potentados son de una misma talla, y compadece esos efímeros que se toman tantas molestias para conquistar una plaza que les eleva tan poco y que tan poco tiempo conservarán. Por esto la importancia que se da a los bienes terrestres está siempre en razón inversa de la fe en la vida futura.

6. Se dirá que si todo el mundo pensase del mismo modo, nadie se ocuparía de las cosas de la tierra y todo se paralizaría. No; el hombre busca instintivamente su bienestar, y aun con la certeza de permanecer poco tiempo en el puesto, quiere estar lo mejor posible; no hay nadie que encontrando una zarza a su paso no la quite para no pincharse. Así, pues, los deseos de buscar el bienestar, fuerzan al hombre a mejorar todas las cosas, impulsado por el instinto del progreso y de conservación que está en las leyes de la naturaleza. Trabaja, pues, por necesidad, por gusto y por deber, y en esto cumple las miras de la Providencia, que con este fin le ha colocado en la tierrL El que considere sólo el porvenir, no da al presente sino una importancia relativa, y se consuela con gusto de las contrariedades del presente pensando en el destino que le espera. Dios no condena los goces terrestres, sino el abuso de estos goces en perjuicio de las cosas del alma; contra este abuso se precaven los que se aplican estas palabras de Jesús: "Mi reino no es de este mundo".

El que se identifica con la vida futura, se parece a un hombre rico que pierde una pequeña cantidad sin ninguna emoción; el que concentre sus pensamientos en la vida terrestre, es como un hombre pobre que pierde todo lo que posee y se desespera. 

7. El Espiritismo ensancha el pensamiento y abre nuevos horizontes; en vez de esa vista estrecha y mezquina que le concentra en la vida presente, que hace del instante que se pasa en la tierra el único y frágil eje del porvenir eterno, enseña que esta vida sólo es un anillo en el conjunto armonioso y grandioso de la obra del Creador; enseña la solidaridad que reune todas las existencias de un mismo ser, todos los seres de un mismo mundo y los seres de todos los mundos; da también una base y una razón de ser a la fraternidad universal, mientras que la doctrina de la creación del alma en el momento del nacimiento de cada cuerpo, hace que todos los seres sean extraños unos a otros. Esta solidaridad de las partes de un mismo todo, explica lo que es inexplicable, si se considera un solo punto. Este es el conjunto que en tiempo de Cristo no hubieran podido comprender los hombres, y por esto reservó su conocimiento para otros tiempos.

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo II - Mi reino no es de este mundo - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

sexta-feira, 14 de fevereiro de 2014

El reinado de Jesús

4. El reinado de Jesús no es de este mundo esto es lo que comprenden todos; pero ¿no tiene también su reinado en la tierra? El título de Rey no implica siempre el ejercicio del poder temporal; se da de común consentimiento a aquel a quien su genio le coloca en el primer rango en un orden de ideas cualquiera que domina su siglo e influye en el progreso de la humanidad. En este sentido se dice: El rey o príncipe de los filósofos, de los artistas, de los poetas, de los escritores, etc. Este reino, nacido del mérito personal, consagrado por la posteridad, ¿no tiene muchas veces una preponderancia mucho mayor que el que supone la corona? El uno es imperecedero, mientras que el otro es juguete de las vicisitudes; el primero siempre es bendecido por las regeneraciones futuras, mientras que el otro es algunas veces maldecido. El reinado terrestre acaba con la vida, el reinado moral gobierna aún, y sobre todo después de la muerte. Bajo este concepto, ¿no es Jesús mucho más poderoso que los potentados? Con razón decía, pues, a Pilato: Soy Rey, pero mi reino no es de este mundo.

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo II - Mi reino no es de este mundo - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

quinta-feira, 13 de fevereiro de 2014

La vida futura

1. Volvió, pues, a entrar Pilato en el pretorio y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? - Respondió Jesús: "Mi reino no es de este mundo". Si de este mundo fuese mi reino, mis ministros sin duda pelearían, para que no fuera yo entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí. - Entonces Pilato le dijo: ¿Luego Rey eres tú? - Respondíó Jesús: Tú dices que yo soy Rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo, para dar testimonio a la verdad; todo aquel que es de la verdad, escucha mi voz. (San Juan, cap. XVIII, versículos 33, 36 y 37).

2. Con estas palabras Jesús designa claramente la  vida futura, que presenta en todas las circunstancias como el término a donde iba a parar la humanidad, el cual debe ser objeto de las principales ocupaciones del hombre en la tierra; todas sus máximas se refieren a este gran principio. En efecto, sin la vida futura, la mayor parte de sus preceptos de moral no tendrían ninguna razón de ser; por esto aquellos que no creen en la vida futura y se figuran que sólo habla de la vida presente, no los comprenden o los encuentran pueriles.

Este dogma puede ser considerado como el eje de la enseñanza de Cristo; por esto está colocado entre los primeros, al principio de esta obra porque debe ser el punto de mira de todos los hombres, El solo puede justificar las anomalías de la vida terrestre y concordar con la justicia de Dios.

3. Los judíos tenían ideas muy inciertas de la vida futura; creían en los ángeles, a quienes miraban como seres privilegiados de la creación, pero no sabían que los hombres pudieran ser un día ángeles y participar de su felicidad. Según ellos, la observancia de las leyes de Dios era recompensada con los bienes de la tierra, con la supremacía de su nación y las victorias alcanzadas sobre sus enemigos; las calamidades públicas y las derrotas, eran el castigo de su desobediencia. Moisés no podía decir otra cosa a un pueblo pastor e ignorante que debía conmoverse, ante todo, por las cosas de este mundo. Más tarde vino Jesús a revelarles que hay otro mundo en el que la justicia de Dios sigue su curso; este es el mundo que promete a los que observan los mandamientos de Dios, y en donde los buenos encontrarán su recompensa; este es su reino; allí es donde está en toda su gloria, y a donde regresará al dejar la tierra. 

Sin embargo, Jesús, acomodando su enseñanza al estado de los hombres de su época, no creyó deber darles una luz completa que les hubiera deslumbrado sin iluminarles, porque no la hubieran comprendido; de cierto modo se límitó a anunciar en principio la vida futura como una ley de la naturaleza, la cual nadie puede evitar. Todo cristiano cree, pues, en la vida futura forzosamente; pero la idea que muchos se forman de ella es vaga, incompleta, y por lo mismo, falsa en muchos puntos; para un gran número, ésta sólo es una creencia sin certidumbre absoluta: de aquí se siguen las dudas, la incredulidad.

El espiritismo ha venido a completar en este punto, como en muchos otros, la enseñanza de Cristo, cuando los hombres han estado en disposición de comprender la verdad. Con el Espiritismo la vida futura ya no es un simple artículo de fe, una hipótesis; es una realidad material demostrada por los hechos, porque son testigos oculares los que vienen a describirla en todas sus fases y con todas sus peripecias, de tal modo que no sólo no es posible la duda, sino que la inteligencia más vulgar puede representársela bajo su verdadero aspecto, como nos representamos al país del que se lee una descripción detallada; así, pues, esta descripción de la vida futura es de tal modo circunstanciada, y las condiciones de existencia feliz o desgraciada de los que se encuentran en ella son tan racionales, que es forzoso decir que no puede ser de otro modo, y que esta es la verdadera justicia de Dios.

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo II - Mi reino no es de este mundo - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

quarta-feira, 12 de fevereiro de 2014

San Agustín

11. San Agustín es uno de los más grandes propagadores del Espiritismo; se manifiesta casi en todas partes, y la razón de ello está en la vida de este gran filósofo cristiano. Pertenece a aquella vigorosa falange de Padres de la Iglesia a los cuales la cristiandad debe sus más sólidos apoyos. Como muchos, fué arrebatado al paganismo, mejor dicho, a la más profunda impiedad, por el resplandor de la verdad. Cuando en medio de sus desvíos sintió en su alma esta vibración extraña que le hizo volver en sí mismo y comprender que la felicidad estaba en otra parte y no en los placeres embriagadores y fugitivos; cuando, en fin, marchando por el camino de Damasco, oyó también la voz santa que le gritaba; Saul, Saul, ¿por qué me persigues?, exclamó: ¡Dios mío! ¡Dios mío! perdóname, creo, ¡soy cristiano!; y desde entonces fué uno de los más firmes defensores del Evangelio. Se pueden leer en las notables confesiones que nos dejó este espíritu eminente, las palabras características y proféticas al mismo tiempo, que pronunció después de haber perdido a santa Mónica: "Estoy convencido de que mi madre volverá a visitarme y a darme consejos, revelándome lo que nos espera en la vida futura". ¡Qué enseñanza en estas palabras, y que resplandeciente previsión de la futura doctrina! Por esto hoy día, viendo llegada la hora para divulgar la verdad que en otro tiempo presintió, se ha hecho su ardiente propagador y se multiplica, por decirlo así, para acudir a todos los que le llaman. 

- Erasto, discípulo de San Pablo (Espíritu). 
París, 1863.

Nota. - ¿Acaso San Agustín viene a echar abajo aquello que edificó? Seguramente que no; pero como tantos otros, ve con los ojos del espíritu lo que no veía como hombre; su alma desprendida entrevé nuevas claridades y comprende lo que no comprendía antes; nuevas ideas le han revelado el verdadero sentido de ciertas palabras; en la tierra juzgaba las cosas según los conocimientos que poseía, pero luego que se hizo para él una nueva luz, pudo juzgarlos más sanamente; así es que ha reformado su creencia respecto a los espíritus íncubos y síncubos y sobre el anatema que lanzó contra la teoría de los antípodas. Ahora que el cristianismo se le presenta en toda su pureza, puede pensar sobre ciertos puntos de otro modo que cuando vivía, sin dejar de ser el apóstol cristiano y sin renegar de su fe, puede hacerse propagador del Espiritismo, porque ve en él el cumplimiento de las cosas predichas; proclamándolo hoy, no hace otra cosa que conducirnos a una interpretación más sana y más lógica que los textos. Lo mismo sucede con otros espíritus que se encuentran en una posición análoga. 

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo I - Yo no he venido a destruir la ley - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

terça-feira, 11 de fevereiro de 2014

La cruzada de la paz

Un día Dios, en su caridad inagotable, permitió al hombre viera que la verdad atravesaba las tinieblas; este día fué el advenimiento de Cristo. Después de la luz viva, volvieron las tinieblas; el mundo, después de las alternativas de verdad y de obscuridad, se perdia de nuevo. En ese momento es cuando los espíritus, semejantes a los profetas del Antiguo Testamento, os hablan y advierten; ¡el mundo está conmovido en sus cimientos: el trueno rugirá, estad firmes!

El Espiritismo es de orden divino, puesto que descansa en las mismas leyes de la naturaleza; y creed que todo lo que es de orden divino, tiene un objeto grande y útil. Vuestro mundo se perdía; la ciencia, desarrollada a expensas de lo que es de orden moral, conduciéndoos al fin material, redundaba en provecho del espíritu de las tinieblas. Vosotros lo sabéis, cristianos; el corazón y el amor deben marchar unidos a la ciencia. El reino de Cristo ¡ah! después de dieciocho siglos, y a pesar de la sangre de tantos mártires, aun no ha llegado. Cristianos, volved al maestro que quiere salvaros. Todo le es fácil al que cree y ama; el amor le llena de un goce inefable. Sí, hijos míos; el mundo está conmovido, los espíritus buenos os lo dicen a menudo, dobláos bajo el soplo precursor de la tempestad, a fin de que no seáis derribados; es decir, preparáos, y no os parezcáis a las vírgenes locas que estaban desprevenidas a la llegada del esposo.

La revolución que se prepara es más bien moral que material; los grandes espíritus, mensajeros divinos, inspiran la fe para que todos vosotros, operarios, esclarecidos y ardientes, hagáis oír vuestra humilde voz; porque vosotros sois el grano de arena, y sin granos de arena no habría montañas. Así, pues, que esta expresión "somos pequeños", no tenga sentido para vosotros. A cada uno su misión, a cada uno su trabajo ¿No construye la hormiga el edificio de su república y los animalitos imperceptibles no levantan acaso continentes? La nueva cruzada ha empezado; apóstoles de una paz universal y no de la guerra, san Bernardos modernos, mirad y marchad adelante: la ley de los mundos es la ley del progreso.

- Fenelón (Espíritu). 
Poitiers, 1861.


Extraído del Capítulo I - Yo no he venido a destruir la ley - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

segunda-feira, 10 de fevereiro de 2014

La nueva era

9. Dios es único, y Moisés el espíritu que Dios envió en misión para darle a conocer, no sólo a los hebreos sino a los pueblos paganos. El pueblo hebreo, fue el instrumento del que Dios se valió para hacer su revelación por medio de Moisés y los profetas, pues las vicisitudes de este pueblo eran a propósito para impresionar y rasgar el velo que ocultaba a los hombres la divinidad.

Los mandamientos de Dios dados por Moisés envuelven el germen de la más alta moral cristiana; los comentarios de la Biblia restringían el sentido, porque puesta en obra en toda su pureza, no se hubiera comprendido; pero los diez mandamientos de Dios no dejaron por esto de ser el frontispicio brillante, como el faro que debía iluminar a la humanidad en el camino que tenía que recorrer.

La moral enseñada por Moisés era apropiada al estado de adelanto en que se encontraban los pueblos que debía regenerar, y estos pueblos, medio salvajes en cuanto al perfeccionamiento de su alma, no hubieran comprendido que se pudiese adorar a Dios de otra manera que por medio de holocaustos, ni que hubiese de perdonarse al enemigo. Su inteligencia, notable respecto de las cosas materiales y aun respecto de las artes y de las ciencias, estaba muy atrasada en moralidad, y no se hubiera sujetado al imperio de una religión enteramente espiritual; les era necesario una representación semi-material tal como la ofrecía entonces la religión hebrea. Así es que los holocaustos hablaban a sus sentidos, mientras que la idea de Dios hablaba a su espíritu. 

Cristo fué el iniciador de la más pura moral, la más sublime, de la moral evangélica cristiana que debe renovar el mundo, reunir a los hombres y hacerlos hermanos; que debe hacer brotar de todos los corazones humanos la caridad y el amor al prójimo, y crear entre todos los hombres una solidaridad común; en fin de una moral que debe transformar la tierra y hacer de ella una morada para espíritus superiores a los que hoy la habitan. Es la ley del progreso, a la que está sometida la naturaleza, que se cumple, y el  Espiritismoes la palanca de que Dios se sirve para hacer avanzar a la humanidad.

Han llegado los tiempos en que las ideas morales deben desarrollarse para realizar los progresos que entran en los designios de Dios, siguiendo el mismo camino que han recorrido las ideas de libertad y que fueron sus precursores. Pero no creais que este desarrollo se realice sin luchas, no; esas ideas necesitan, para llegar a la madurez, sacudimientos y discusiones, con el fin de que llamen la atención de las masas; una vez fijada la atención, la hermosura y la santidad de la moral impresionarán a una ciencia que les da la clave de la vida futura y les abre las puertas de la eterna felicidad. Moisés fué el que abrió el camino; Jesús el que continuó la obra; el Espiritismo la concluirá.

- Un Espíritu israelita. 
Mulhouse, 1861.


Extraído del Capítulo I - Yo no he venido a destruir la ley - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

sábado, 8 de fevereiro de 2014

Alianza de la ciencia y la religión

8. La ciencia y la religión son las dos palancas de la inteligencia humana; la una revela las leyes del mundo material, la otra las leyes del mundo moral; pero teniendo "las unas y las otras el mismo principio, que es Dios", no puede contradecirse; si una es la negación de la otra, la una tiene necesariamente razón y la otra no, porque Dios no puede querer destruir su propia obra. La incompatibilidad que se ha creído ver entre estos dos órdenes de ideas, se debe a una falta de observación y al sobrado exclusivismo de una y otra parte; de esto se ha seguido un conflicto, del que han nacido la incredulidad y la intolerancia.

Han llegado los tiempos en que las enseñanzas de Cristo deben recibir su complemento, en que el velo echado a propósito sobre algunas partes de esas enseñanzas, debe levantarse; en que la ciencia, cesando de ser exclusivamente materialista, debe tomar en cuenta el elemento espiritual, y en que la religión, cesando de desconocer las leyes orgánicas e inmutables de la materia, apoyándose la una en la otra y marchando estas dos fuerzas de concierto, se presenta mutuo apoyo. Entonces la religión, no siendo ya desmentida por la ciencia, adquirirá un poder indestructible, porque estará conforme con la razón y porque no podrá oponérsele la irresistible lógica de los hechos.

La ciencia y la religión no han podido entenderse hasta hoy, porque mirando cada uno las cosas desde su punto de vista exclusivo, se rechazaban mutuamente. Faltaba algo para llenar el vacío que las separaba, un lazo que las aproximase; este lazo consiste en el conocimiento de las leyes que rigen y entrelazan el mundo espiritual con el mundo corporal; leyes tan inmutables como las que regulan el movimiento de los astros y la existencia de los séres. Una vez patentizadas estas relaciones por la experiencia, háse hecho una nueva luz, la fe se ha dirigido a la razón, la razón no ha encontrado nada ilógico en la fe, y el materialismo ha sido vencido. Pero en esto, como en todo, hay personas que se quedan rezagadas, hasta que son arrastradas por el movimiento general que les aplasta, si quieren resistir, en vez de entregarse a él. Es una verdadera resolución moral la que se opera en este momento y trabaja los espíritus; después de haberse elaborado durante más de dieciocho siglos, toca a su cumplimiento y va a marcar una nueva era de la humanidad. Las consecuencias de esta revolución son fáciles de prever; debe introducir en las relaciones sociales inevitables modificaciones, y no está en el poder de nadie el oponerse a ellas, porque entran en los designios del Todopoderoso y son consecuencia de la ley del progreso, que es una ley de Dios.

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo I - Yo no he venido a destruir la ley - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

quinta-feira, 6 de fevereiro de 2014

El Espiritismo

5. El  Espiritismo es la nueva ciencia que viene a revelar a los hombres, con pruebas irrecusables, la existencia y la naturaleza del mundo espiritual y sus relaciones con el mundo corporal; nos lo presenta, no como una cosa sobrenatural, sino, al contrario, como una de las fuerzas vivas y que incesantemente obran en la naturaleza, como el origen de una multitud de fenómenos incomprensibles hasta ahora y relegados, por esta razón, al dominio de lo fantástico y de lo maravilloso. A estas relaciones es a las que Cristo hace alusión en diferentes circunstancias; y por esto muchas de las cosas que dijo han sido ininteligibles o falsamente interpretadas. El Espiritismo es la clave con que todo se explica fácilmente.

6. La ley del Antiguo Testamento está personificada en Moisés, y la del Nuevo en Cristo; el Espiritismo es la tercera revelación de la ley de Dios, pero no está personificado en ningún individuo, porque es producto de la enseñanza dada, no por un hombre, sino por los espíritus, que son las "voces del cielo" en todas las partes de la tierra y por multitud de innumerables intermediarios; es, en cierto modo, un ser colectivo que comprende el conjunto de los seres del mundo espiritual, viniendo cada uno a traer a los hombres el tributo de sus luces para hacerles conocer aquel mundo y la suerte que en él les espera.

7. Así como Cristo dijo: "No vengo a destruir la ley, sino a cumplirla", el Espiritismo dice también: "No vengo a destruir la ley cristiana, sino a cumplir-la". No enseña nada contrario a lo que enseñó Cristo, pero desarrolla, completa y explica, en términos claros para todo el mundo, lo que se dijo bajo la forma alegórica; viene a cumplir en los tiempos predichos lo que Cristo anunció, y a preparar el cumplimiento de las cosas futuras. Es, pues, obra de Cristo, que el mismo preside, así como a la regeneración que se opera y prepara el reino de Dios en la tierra como igualmente lo anunció.

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo I - Yo no he venido a destruir la ley - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

quarta-feira, 5 de fevereiro de 2014

Cristo

3. Jesús no vino a destruir la ley; es decir, la ley de Dios; vino a darla cumplimiento, esto es, a desarrollarla, a darla su verdadero sentido, y a apropiarla al grado de adelantamiento de los hombres; por esto se encuentra en esa ley el principio de los deberes para con Dios y el prójimo, que son la base de la doctrina. En cuanto a las leyes de Moisés propiamente dichas, por el contrario, las modificó profundamente, ya en el fondo, ya en la forma; combatió constantemente los abusos de las prácticas exteriores y las falsas interpretaciones y no pudo hacerlas sufrir una reforma más radical que reduciéndolas a estas palabras:

"Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo", añadiendo: "Esta es toda la ley y los Profetas".

Con esas palabras: "El cielo y la tierra no pasarán sin que todo sea cumplido hasta un tilde", Jesús quiso decir, que era menester que la ley de Dios recibiese su cumplimiento: es decir, que fuese practicada por la tierra en toda su pureza, con todo su desarrollo y todas sus consecuencias; pues ¿de qué serviría haber estahíecido esta ley, si quedase subsistente el privilegio de algunos hombres o de un solo pueblo? Siéndo todos los hombres hijos de Dios, son, sin distinción, objeto de una misma solicitud.

4. Pero la misión de Jesús no fué simplemente la de un legislador moralista sin más autoridad que su palabra; vino a cumplir las profecías que anunciaron su venida; recibía su autoridad de la naturaleza excepcional de su espíritu y de su visión divina, vino a enseñar a los hombres que la verdadera vida po está en la tierra, sino en el reino de los cielos; a enseñarles el camino que conduce a ella, los medios para reconciliarse con Dios, y hacer presentir la marcha de las cosas futuras, para el cumplimiento de los destinos humanos. Sin embargo, no lo dijo todo, y sobre muchos puntos se limitó a dejar el gérmen de verdades que El mismo declara que no podían ser comprendidas; habló de todo, pero en términos más o menos explícitos, porque para entender el sentido oculto de aquellas palabras, era preciso que ideas nuevas y conocimientos nuevos vinieran a dar la clave, y estas ideas no podían venir antes de cierto grado de madurez del espíritu humano. La ciencia debía contribuir poderosamente al nacimiento y al desarrollo de estas ideas; luego era preciso dar a la ciencia el tiempo para progresar.

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo I - Yo no he venido a destruir la ley - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

terça-feira, 4 de fevereiro de 2014

Moisés

1. No penséis que he venido a abrogar la ley o los profetas: no he venido a abrogarlos, sino a darles cumplimiento; porque en verdad os digo, que hasta que pase el cielo y la tierra, no pasará de la ley ni un punto, ni un tilde, sin que todo sea cumplido. (San Mateo, cap. V, v. 17 y 18).

2. La ley mosáica se compone de dos partes distintas: la ley de Dios, promulgada en el monte Sinaí, y la ley civil o disciplinaria, establecida por Moisés; la una, es invariable, y la otra, apropiada a las costumbres y al carácter del pueblo, se modifica con el tiempo.

La ley de Dios está formada en los diez mandamientos siguientes:

I. Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre. - No tendrás Dioses ajenos delante de mí. - No harás para tí obra de escultura ni figura, de lo que hay arriba del cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que están en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás ni les darás culto.
II. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano.
III. Acuérdate de santificar el día de sábado.
IV. Honra a tu padre y a tu madre para que seas de larga vida en la tierra, que el Señor tu Dios te dará.
V. No matarás.
VI. No cometerás adulterio.
VII. No hurtarás.
VIII. No levantarás contra tu prójimo falso testimonio.
IX. No desearás la mujer de tu prójimo.
X. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de las que son de él.

Esta ley es de todos tiempos y de todos los países y por lo mismo tiene un carácter divino. Las leyes establecidas por Moisés, obligado a contener por el miedo a un pueblo naturalmente turbulento e indisciplinado, en que tenía que combatir abusos arraigados y preocupaciones adquiridas en la servidumbre de Egipto, son muy diferentes. Para revestir de autoridad sus leyes, debió atribuirles su origen divino, como lo hicieron todos los legisladores de los pueblos primitivos; la autoridad del hombre debía apoyarse en la autoridad de Dios, pues sólo la idea de un Dios terrible podía impresionar a hombres ignorantes, en quienes el sentido moral y el sentimiento de una exquisita justicia estaban aun poco desarrollados. Es evidente que el que había establecido en sus mandamientos: No matarás, no harás mal a tu prójimo, etc., no podía contradecirse elevando a deber el exterminio. Las leyes mosáicas propiamente dichas, tenían, pues, un carácter esencialmente transitorio.

- Allan Kardec.


Extraído del Capítulo I - Yo no he venido a destruir la ley - de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.

segunda-feira, 3 de fevereiro de 2014

Han llegado los tiempos

Los espíritus del Señor que son las virtudes de los cielos, se esparcen por toda la superficie de la tierra como un ejército inmenso, apenas han recibido la orden; parecidos a las estrellas que caen del cielo, vienen a iluminar el camino y a abrir los ojos a los ciegos.

En verdad os digo, que han llegado los tiempos en que todas las cosas deben ser restablecidas en su verdadero sentido, para disipar las tinieblas, confundir a los orgullosos y glorificar a los justos.

Las grandes voces del cielo retumban como el sonido de la trompeta, y se reunen los coros de ángeles. Hombres, os convidamos a este divino concierto; que vuestras manos pulsen la lira; que vuestras voces se unan y que en himno sagrado se extiendan y vibren de una a otra parte del Universo.

Hombres, hermanos a quienes amamos, estamos a vuestro lado: amáos también unos a otros, y decid desde el fondo de vuestro corazón, haciendo la voluntad del Padre que está en el cielo: ¡Señor! ¡Señor! y podréis entrar en el reino de los cielos.

- El Espíritu de Verdad.


Extraído del Prefacio de "El Evangelio según el Espiritismo" - Allan Kardec.